2001 Maníacos

Año: 2005
Maestro del horror: Tim Sullivan
Horror Queen: Christa Campbell

Aprovechando las vacaciones de primavera, un grupo de jóvenes se despiden de las clases en busca de juerga, chicas y alcohol hacia Carolina del Sur. Por el camino, cogen un desvío que les lleva directamente a Pleasant Valley. En este pueblo se está celebrando estos días la fiesta local y tratan a los invitados como auténticos reyes, pues son los invitados de honor. Pero a medida que pasa el tiempo, los chavales van sospechando que tanta amabilidad y sexo encubierto esconde tras de sí algo terrible, que se encamina directamente hacia el banquete del último día, del que temen que ellos serán el plato principal.

2001 Maníacos es un remake – homenaje a la bestialidad que supuso para el cine de género “2000 Maníacos”, rodada en 1964. Parodia y homenajea muchas de sus muertes, así como ensalza el terror rural, que luego fue contagiando a muchísimas películas de terror posteriores.
En esta ocasión, el artífice de tal despropósito es Tim Sullivan, quien no duda en rodearse de auténticas leyendas delante y detrás de las cámaras. Robert Englund (Pesadilla en Elm Street, La lengua asesina, Zombie Strippers) es el Mayor Buckman, alcalde de este pueblo de locos, que mantiene el orden y la moral alta entre sus tropas. Eli Roth (Cabin Fever, Hostel, Malditos Bastardos) produce y actúa en un pequeño papel de la película a modo de cameo. Lin Shaye (Critters, Serpientes en el avión) es Granny, la mano derecha del alcalde y posiblemente la maníaca más retorcida y cruel de toda la localidad.

La película fue toda una oda al gore y al erotismo en tomas conjuntas. A medida que creía la tensión y el peligro, aumentaba la torridez de la escena y viceversa, cuanto menos ropa tenían los protagonistas, más cerca estaba una muerte original, sorprendente y brutal. Todo el film tiene un carácter de parodia que acompaña cada escena sin quitarle curiosamente seriedad a la trama. Lo más impactante, sin duda, son las muertes que se aplican sobre los invitados a la fiesta. Son muertes salvajes, primitivas, llenas de ironía y sexo y sangre a partes iguales. Bueno quizás más sangre que sexo. A los protagonistas, sin importar su género, los llevan al clímax de la excitación, para volverlos indefensos y colaboradores con sus propias muertes sin ellos saberlo.

Los habitantes de este pueblo maldito son realmente los protagonistas. Tanto en pequeños como en grandes papeles, todos dotan de personalidad propia a sus figurantes. Algunos son los líderes del grupo, otros meras herramientas de dolor individual, los hay que son cebos y a la vez cepos de fantasías sexuales retorcidas y, desde luego, los tontos del pueblo que, cual perros con su rebaño de ovejas, son capaces de conducir a las víctimas hacia su terrible destino.

Nada más estrenarse, 2001 Maníacos fue considerada obra de culto, algo difícil teniendo en cuenta que se trata de un remake de otra leyenda cinematográfica. Su éxito ha motivado una secuela independiente, que permitirá ver las “hazañas” de los pueblerinos descendientes del Sur fuera de sus propias fronteras.

Lo mejor: Las muertes sin duda, cada más original que la anterior. Además la mezcla de ironía, gore y sexo está perfectamente equilibrada.

Lo peor: Las víctimas están estereotipadas y carecen de personalidad propia, a diferencia de los locales, para quien el espectador conecta más simpatía que en los visitantes.

Nivel de miedo:

2001 Maníacos no es precisamente aterrorizadora y las muertes se ven venir de lejos.

Nivel de gore:

Como toda buena película gore, la presencia de sangre va en aumento de principio a fin, hasta convertirse en todo un festín sanguinolento. Aún así, las escenas son algo comedidas y poco explícitas en comparación con otros títulos.

Nivel de erotismo:

Practicamente no hay actriz a la que no se le vean los pechos. El erotismo está más presente incluso que el terror mortal que esconden los habitantes. Hay referencias a todo tipo de prácticas sexuales y escenas de lesbianismo. Eso sí, tan excitantes como mortales.

Nivel de violencia:

Las víctimas son simples corderillos, a veces más simples que los residentes locales. Es sorprendente que caigan en todas las trampas que les ponen, incluso con la excusa de estar bebiendo a todas horas y de caer hipnotizados ante las bellezas pueblerinas. Tan sólo el chico de la película es capaz de plantar cara al Mayor Buckman en persona y al resto de maníacos.

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